sábado, 19 de julio de 2025

 MALAGA HOY / INSOMIO O ANSIEDAD: LAS OLAS DE CALOR SON UNA AMENAZA PARA LA SALUD MENTAL / 


Los expertos advierten de que los episodios de temperaturas extremas, como las de estos días, agravan este tipo de trastornos y las adicciones

El terral asfixia a Málaga: 41,7 grados en Coín y 41 en el aeropuerto

Una mujer bebe agua en plena ola de calor en Málaga.
Una mujer bebe agua en plena ola de calor en Málaga. / Javier Albiñana


Insomnio, ansiedad o recaídas en adicciones. El calor extremo ya no es solo una cuestión meteorológica, según advierten los expertos, sino también una amenaza para la salud mental y un desafío para la salud pública, según advierten diversos expertos y la propia Organización Mundial de la Salud. Es algo a tener en cuenta estos días en los que la provincia de Málaga está viviendo los días más calurosos de lo que lo que va de verano, con temperaturas que han rozado los 42 grados y aún inmersa en un episodio fuerte y prolongado de terral, y sin olvidar tampoco los históricos 46 grados que llegó a registrar hace poco El Granada (Huelva).

Además, esto no es puntual. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) confirmó que el pasado mes de junio había sido el más cálido jamás registrado en Andalucía desde que existen datos (1961). La media regional fue de 26,1 grados, 3,4 por encima del promedio habitual. Málaga no escapó de este fenómeno, aunque en esta provincia estuvo ligeramente por debajo de la media regional, habiendo vivido el junio más cálido en 64 años, con 3,3 grados por encima de lo normal. Un agosto de los calurosos adelantado dos meses.

Temperaturas así no solo suben los termómetros y afectan al cuerpo, sino que también la mente sufre y se desestabiliza, según los psicólogos, que advierten del evidente repunte durante el verano de trastornos emocionalesinsomnioansiedad, incluso recaídas en adicciones. Estos profesionales aseguran que se produce un aumento de las consultas por estas causas durante las olas de calor. Además, alertan de que este problema afecta más a quienes menos tienen, es decir, que la pobreza energética también produce una brecha en salud mental.

"Lo que más vemos es una gran inestabilidad emocional, mucha irritabilidad, altibajos anímicos y peor descanso. Las personas que ya tienen ansiedad o depresión sufren con más intensidad, y también vemos más conflictos familiares”, explica Lorena Ruiz, psicóloga y directora terapéutica del centro Fromm Bienestar, especializado en adicciones y salud mental en adolescentes y familias.

Muchos llegan al psicólogo preguntándose "¿qué me está pasando?"

Ruiz destaca que muchas personas llegan a consulta preguntándose "qué me está pasando" sin ser conscientes de que el calor puede ser el origen del malestar. “Hay quienes ya lo han integrado: saben que en verano van a dormir mal, que estarán más cansados. Pero otras personas, sobre todo jóvenes, lo viven con confusión. No relacionan el calor con lo que les pasa”, explica la psicóloga.

Además, sucede también que se infravalora el impacto del calor en el estado emocional, lo cual supone un problema añadido. "Cuando no dormimos bien, comemos peor o sufrimos deshidratación, todo afecta al equilibrio emocional”, añade Ruiz.

La intensidad del malestar también está condicionada por factores socioeconómicos. Lo confirma Antonio Molina, director del centro Fromm Bienestar y educador social con más de 15 años de experiencia. “El calor afecta mucho más a quien no puede pagarse el aire acondicionado, no tiene acceso a piscina ni puede hacer escapadas. Las familias con menos recursos viven estos picos térmicos como una amenaza real, mientras otras tienen opciones para combatirlo”.

Este fenómeno, vinculado con la pobreza energética, agrava las desigualdades hasta el punto de que las personas en situación de vulnerabilidad no sólo sufren más por la temperatura, sino también por las consecuencias psicológicas que derivan de ella. “El calor genera más ansiedad, más insomnio y una mayor sensación de colapso. Y en quienes ya tienen un trastorno emocional o conductual, puede actuar como desencadenante de una recaída”, advierte Molina.

En el caso de las adicciones, el verano representa una etapa crítica. Las rutinas se alteran, hay más tiempo libre, se pierde el control y se intensifica la vida social, muchas veces vinculada al consumo. “Muchos pacientes nos dicen que el calor los desconecta, que duermen mal, que se sienten más solos o más tristes. Y en esa desconexión emocional surge el riesgo de recaer”, alerta Molina.

Desde el centro recomiendan a sus pacientes y familiares medidas de autocuidado y prevención emocional: evitar las horas centrales del día, buscar espacios frescos como bibliotecas o parques por la noche, hacer ejercicio temprano y, sobre todo, identificar y verbalizar cómo el calor está afectando a nivel emocional.

“Necesitamos integrar una mirada climática en la salud mental. El calor no es solo incomodidad: es un factor que puede desestabilizar emocionalmente a personas vulnerables. Y no todos tienen las mismas herramientas para enfrentarlo”, subraya Lorena Ruiz. El mensaje es claro. “Cuidar la mente también pasa por cuidar el entorno”, añade Antonio Molina. Y en un contexto de cambio climático acelerado, garantizar el acceso a recursos básicos para protegerse del calor –como la climatización– no debería depender del nivel de renta. Porque en las olas de calor, no todos sudan igual. Ni todos sufren igual.

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